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El pasado 15 de febrero 15.000 gargantas se desgañitaron en el Palacio de los Deportes de Madrid al ritmo de la banda de Fermin Muguruza. Saltaron y bailaron, a ratos como en un concierto de punk, por momentos como en uno de los Specials. La consigna era histórica en el sentido más descriptivo del término. Con motivo del cuarenta aniversario de la carrera del artista irundarra sonarían juntos Kortatu, Negu Gorriak y los distintos proyectos en solitario de Fermin.
La gira ha recorrido desde aquel concierto Europa y Sudamérica, con éxitos y aventuras marca de la casa, como el desalojo de un bolo por parte del ejército en Ciudad de México… y la vuelta triunfal a la capital azteca, donde el cantante se resarció junto al Monumento a la Revolución ante 15.000 personas.
Este jueves, 2 de octubre, la banda llega a Rivas-Vaciamadrid en el contexto del Pirata Festival. La historia dice que no será un concierto más. La localidad madrileña, feudo de la izquierda electoral en una comunidad cada vez más azul, acogió en 2004 uno de los puntos álgidos de la tortuosa relación amor-odio de Fermin con Madrid.
El comienzo de la década de los 2000, con el Partido Popular en el poder, fue complicado para Fermin Muguruza. “Sarri, Sarri”, el viejo éxito de Kortatu que narra la fuga de la prisión de Martutene de Iñaki Pikabea, Piti, y Joseba Sarrionandia, Sarri, se convirtió en la excusa perfecta para señalarlo como filoterrorista y vetar sus actuaciones en numerosos puntos de la geografía española.
Detrás del argumento se encontraba una sospecha estructural por lo vasco transmitida a la sombra del terrorismo, que en 2003 había alcanzado a Muguruza durante la gala de los Premios de la Música. El cantante recibió el reproche generalizado del público después de dedicar su premio a la mejor canción en euskera a los trabajadores del diario Euskaldunon Egunkaria (y a su director, presente en el auditorio). El periódico había sido cerrado poco antes por pertenecer, presuntamente, al conglomerado empresarial de ETA, lo que después se demostraría completamente falso.
Inmersos en este clima y en plena ola de cancelaciones, se programó el 22 de mayo de 2004 un festival conmemorativo del 20 aniversario del nacimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el décimo aniversario del levantamiento zapatista, en el que actuaría Fermin Muguruza Kontrabanda. El escenario sería el auditorio del Cerro del Telégrafo, en Rivas, y estaba organizado por el colectivo cultural Ladinamo. Contó, además, con el apoyo del ayuntamiento de la localidad, gobernado por Izquierda Unida.
Pero pocas horas antes del evento, la Comunidad de Madrid lo prohibió. Los organizadores se opusieron a la cancelación, el concierto se llevó a cabo y su referencia, veintiún años después, es inevitable ahora en una gira planteada como “akelarre antifascista” y repaso de la carrera de Muguruza. Pero vayamos al detalle.
Roberto Herreros es periodista y músico (Garzón, entre otros), participante del colectivo cultural Ladinamo y viejo colaborador de Fermin –hasta miembro improvisado de su banda en su actuación sorpresa en el CSO Patio Maravillas–. Llegó a escribir un libro sobre el segundo disco de Kortatu junto al sociólogo Isidro López (El estado de las cosas de Kortatu, Lengua de Trapo, 2013) y tiene mucho que contar sobre lo que sucedió aquel día.
“Fermin me llamó y me dijo que veía muy complicado tocar en Madrid. Pensaba que el prestigio del colectivo cultural Ladinamo, en el que yo estaba, podría ayudar a conseguirlo. Lo de prestigioso eran palabras suyas, ¿eh?”, dice Roberto divertido.
Desde Ladinamo decidieron aceptar la propuesta y el propio Herreros gestionó, junto con el músico Ángel Luis Lara “El Ruso” (Hechos contra el Decoro), tres fechas en la sala Caracol. Los responsables del local de Arganzuela decidieron acoger el evento pese a la advertencia de los jóvenes promotores: llegarían presiones. Cuando, efectivamente, estas aparecieron en forma de breve nota en un periódico conservador, la sala se echó atrás y el concierto se cayó.
Es entonces cuando entraron en escena Rivas Vaciamadrid y el festival zapatista –“mandamos una parte importante del dinero que se recaudó al EZLN”, recuerda Herreros–. Una causa transversal que despertaba mucha simpatía en la época y parecía asegurar la viabilidad del concierto.
“Y el asunto es que la idea funcionó. Fueron pasando los días y fuimos avanzando en todas las tareas necesarias para llevar a buen puerto ese concierto. Lo que nos puso en el disparadero fueron unos carteles de la organización Corriente Roja que relacionaban la boda real, que se celebraba el mismo día, con la actuación de Fermin, apropiándose de nuestra convocatoria”. Aquella pegada de carteles, ajena a la organización, puso el foco sobre el festival y en alerta al PP de Esperanza Aguirre (entonces presidenta de la Comunidad de Madrid).
A veinticuatro horas de la apertura de puertas, el concierto había quedado cancelado. Herreros recuerda que las amenazas de multa –se hablaba de 30.000 euros– le tocaron muy de cerca. Tanto que él, como solicitante del permiso para llevar a cabo el concierto, hubiera sido el sancionado.
“Ellos se agarraron a una cuestión de procedimiento porque habíamos pedido el permiso fuera de plazo, pero era una excusa porque un elevado porcentaje de los permisos para la celebración de conciertos se pedían fuera de plazo, sin que ello supusiera ningún problema”, explica.
Fueron horas tensas, en las que hubo que tomar muchas decisiones. Hablamos con Pedro del Cura, actor destacado en aquel episodio. Posteriormente, sería muy conocido por ser alcalde de Rivas-Vaciamadrid entre los años 2014 y 2022, pero en aquel momento estrenaba la treintena y comenzaba su carrera política con Izquierda Unida en Rivas.
“Como concejal de Juventud era habitual que me tuviera que hacer cargo de acoger actos solidarios y que cediéramos espacios para este tipo de eventos”, explica. Recuerda muy bien la presión a la que se vieron sometidos para que se cayera el concierto: “En aquella época, la Asociación de Víctimas del Terrorismo y el PP hacían una suerte de acoso a los ayuntamientos para que no se llevaran a cabo según qué actos. En este caso nosotros sufrimos una presión muy grande también para que el concierto no se celebrara. Ante el clima de acoso que sufríamos, me reuní con el alcalde de aquella época, que era José Masa, y se decidió no ceder, en nombre de la libertad de expresión”.
Se decidió no ceder, en nombre de la libertad de expresión
Se produjo una conversación entre el Ayuntamiento de Rivas y Herreros, de la que salió la determinación de seguir adelante. “Tuve que decidirlo en diez minutos, hablé con mis compañeros de Ladinamo, con mis padres, con Fermin… no se trataba de llevar a cabo un acto heroico sino de no querer vivir en un mundo en el que llegaran a normalizarse este tipo de prohibiciones”, explica el activista. Se adujo entonces que la cancelación in extremis del concierto podría conllevar problemas de orden público al estar ya los asistentes al festival en la localidad. ¡Miles de punkis enfadados!
Pedro del Cura recuerda haber vivido aquello con mucha responsabilidad. “Me tocaba hacerlo a mí, y con el compromiso de dimisión si era necesario, se rompió el precinto y se siguió adelante”, recuerda convencido de que se actuó bien. Aunque no se podía decir entonces, Herreros también recuerda que, cuando llegó, había un precinto…
Las amenazas no prosperaron después de una inteligente campaña de apoyo con manifiesto en favor de Ladinamo. “Firmaron, por ejemplo, Miguel Ríos o Eduardo Galeano”, recuerda del Cura. “Fue tremendo, en poquísimo tiempo se adhirió buena parte del arco parlamentario a la izquierda del PP, Eduardo Madina del PSOE, diputados de IU… y un montón de gente del ámbito del periodismo, la universidad y la cultura: Iñaki Gabilondo, Javier Bardem, El Gran Wyoming, Aitana Sánchez-Gijón, directores de cine, cómicos, músicos, escritores…”, añade Roberto Herreros, quien diseñó la campaña junto con una compañera y llamó a los medios de comunicación para echarla a rodar.
Pedro del Cura rememora aquella época con cariño. “Ese mismo año, en otoño, hicimos el acto Recuperando la memoria, un encuentro de republicanos muy importante”. También es consciente de la dureza de los tiempos. “A veces parece que la política institucional no tiene épica, pero fue duro, nos trataron de terroristas”. Eso sí, el concierto –remarca– “fue una gran fiesta”.
Herreros admite que hubo un punto de inconsciencia en todo aquello y recuerda que se desataron rumores de que acudirían grupos de extrema derecha a reventar el acto. Por suerte, no hubo ningún nazi entre las dos o tres mil personas que disfrutaron del concierto aquel día. Pero aquello fue sonado, más de lo que hoy se recuerda. El aznarato acababa de ser desalojado del poder después de unas elecciones marcadas por las mentiras del gobierno tras los atentados del 11-M y aún duraba la resaca de la anterior legislatura. “Nos consta que Mariano Rajoy estuvo a punto de hacer una pregunta parlamentaria sobre el concierto”, cuenta Herreros.
Hoy, la alcaldesa de Rivas -Aída Castillejo- recuerda también ese momento: “Cuando en 2004 se intentó censurar aquel concierto de Fermín Muguruza, yo tenía 18 años. Rivas demostró entonces que la libertad de expresión no se negocia”. Y pone en perspectiva el concierto de esta semana: “Veinte años después seguimos siendo herederos de esa forma de entender la cultura, como espacio crítico y colectivo. Que Fermín vuelva a tocar aquí es un orgullo y un símbolo: la mejor prueba de que Rivas sigue siendo caja de resistencia frente a quienes quieren decirnos qué cantar, qué leer o qué pensar”.
El Ayuntamiento de Rivas impulsa, junto con Mieres, la Red de Ciudades por la Libertad de Creación y contra la Censura. “Es especialmente significativo que hoy, en Madrid, se persiga la cultura, se limite la libertad de expresión de los centros educativos o incluso se intenten prohibir las muestras de solidaridad con Palestina. Parece que a la que le gusta la fruta, se le está empachando la sandía”, añade con ironía Castillejo.
La noche del 15 de febrero Fermin contó la historia de su concierto en Madrid desde el escenario –“rompimos el precinto”– y en numerosas entrevistas ha mencionado aquella jornada en la que en el centro de Madrid un manto de lluvia cubría la boda de los actuales reyes de España y en Rivas lucía el sol. El día “de la ceremonia del apareamiento de parásitos”, decía sobre esa jornada el cantante.
Este jueves la banda de Muguruza ofrecerá de nuevo himnos cargados de rabia, ritmo y corazón. “Zu atrapatu arte”, “Radio Rahim”, “Berlin-Ulrike Meinhof”… ponga cada cual sus jirones de memoria y jadee satisfecho después del pogo. Sonidos inseparables de la denuncia política, la proclama y la biografía militante que este jueves tienen en Rivas un referente claro. Rompimos el precinto.
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