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Con música, palabra y humanismo, el vasco Fermin Muguruza ha modificado la vibración de seguidores y articulado en ellos una especie de, digamos, buen discernimiento de la vida a través del música y el cine.
Le gusta accionar ante lo que, siente, está mal colocado por vicios de los sistemas capitalistas, fascistas, oligarcas. Sabe igual que hablar sobre injusticias sociales le ha traído estigma, pero tras 40 años seguirá “siendo la misma persona a la que le hierve la sangre donde ve una injusticia”, manifiesta a La Jornada.
Ahora, “con más años, experiencia y desencantos, sigo perseverante en mis convicciones”, asegura el que ha hecho bailar con palabras como fascismo, hipocresía o maldito burgués.
Desde que publicó la maqueta de su primera banda Kortatu (rock y ska vasco en euskera y castellano), en Irún (Euskadi), en 1984, cumple 40 años de hacer cantar, danzar y reflexionar a la cara B del mundo.
Muguruza, también cineasta, fue aquel al que el pasado 30 de mayo la policía de la alcaldía Cuauhtémoc, el Ejército y la Guardia Nacional le suspendió un concierto en el Multiforo Cultural Alicia con un operativo que generó debate nacional.
Ahora, la Secretaría de Cultura del Gobierno de la CDMX le repone ese concierto reconociendo ese “injustificado desalojo” con Muguruza en el Monumento a la Revolución. Expresión libre contra la barbarie, show gratuito que se efectuará el próximo domingo a las 19 horas.
A Muguruza lo ha perseguido la censura. Recuerda: “me expulsaron de México en 1996 por ir a visitar al subcomandante Marcos y por mi apoyo explícito al zapatismo; sin embargo, regresé a los años para actuar y también colaborar con uno de los mejores festivales, el DocsDF, ahora el DocsMX. Me cancelaron el Alicia con un despliegue militar irracional, y volveré para concluirlo”.
También, el gobierno de Israel lo expulsó de Palestina en 2002 por “hacer de escudo humano para intentar que no asesinaran a (Yasir) Arafat en la Mukata; volví ahí para rodar el documental Checkpoint Rock, y así tejer una red de contactos con los creadores palestinos”, rememora.
Menciona: “Memorias de mundos desaparecidos sería un gran título para que festeje el fin de la era de la explotación del hombre por el hombre, el racismo y el fascismo, o la nueva vida en una Palestina libre”.
Creador de Esan Ozenki (Grítalo fuerte, en castellano), sello tesoro del rock euskaldun, siguió con el potente proyecto Negu Gorriak, entre otros que han dejado tatuada su marca antisistema con punk, rock, reggae, dub, hip-hop, soul, drum & bass, funk y cualquier género que se tope.
¿Qué motiva su esperanza?, se le pregunta. “El calor de mi gente, de la comunidad, saber que allá donde vayas, siempre encontrarás personas resistiendo, y ser consciente de que el desencanto, el cansancio, la desmotivación también son partes del proceso vital de cada quién”.
–¿Por qué nunca callas?
–Porque me lo debo a mí mismo, pero también a mis antepasados, a todas y todos los que ya no están pero lucharon en algún momento para que este mundo fuera más habitable.
–¿Hay opciones hoy para artistas que abanderen lucha social?
–La industria del entretenimiento siempre ha tratado de fagocitar toda expresión disidente para neutralizarla, e incluso sacarle beneficio. Siempre he dicho que el único fallo que tiene London Calling, de The Clash, es que fue editado por una multinacional. Pero sigue habiendo opciones para los que desde un inicio proponen justicia social, la autodeterminación de los pueblos y la solidaridad internacional. Siempre habrá pequeñas grietas por donde colarnos e incluso poder abrir boquetes en los diferentes muros. El más claro ejemplo actual lo tenemos en la joven banda rapera Kneecap, cantando en irlandés y proyectando a nivel mundial la denuncia por el genocidio en Gaza.
Por años, Fermín cambió trinchera y dedicó más a la creación audiovisual filmando películas animadas, y una novela gráfica. La muerte de su hermano Íñigo –miembro de Kortatu y Negu Gorriak– lo dejó “en la devastación total. Me acercó al realismo mágico para las conversaciones que desde entonces tengo con todos mis muertitos y especialmente con él. No es que pensara que dejaría la música, sino que no podía ni acercarme a un escenario. Algo cambió el año pasado cuando acusaron a un instituto de Valencia de apología del terrorismo por un mural que hicieron dedicado a mí. A los días, jugadores del equipo de futbol Athletic de Bilbao salieron a celebrar su título de copa con canciones mías”.
[Foto]: Fermin Muguruza en la clausura del Festival Ollin Kan 2007, en el Zócalo capitalino. (Roberto García Ortiz)
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