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El Auditorio Miguel Ríos de Rivas Vaciamadrid se transformó este jueves 2 de octubre en un auténtico akelarre antifascista de la mano de Fermin Muguruza, que regresaba a la ciudad dos décadas después del mítico concierto de 2004 que hizo temblar los cimientos del pabellón Cerro del Telégrafo. Ante un público totalmente entregado, el músico vasco demostró que sigue siendo uno de los grandes agitadores culturales y políticos de la escena musical.
Durante más de dos horas de directo, Muguruza repasó un repertorio cargado de compromiso y reivindicación, enmarcado en la gira que celebra sus 40 años de trayectoria. La actuación estuvo cargada de aire de celebración y resistencia, marcando un encuentro intergeneracional que unió a quienes lo siguen desde los tiempos de Kortatu y Negu Gorriak con una nueva generación que se levanta con sus canciones de lucha.
El paso de Fermin Muguruza por Rivas marcó la primera jornada del Pirata Madrid Festival, consolidado como una de las grandes citas musicales del otoño, en su tercera edición. La jornada contó con un cartel diverso que arrancó con la fuerza callejera de Suzio 13, seguidos por la propuesta fresca y experimental de Merina Gris. Tras ellos, el auditorio se preparó para la gran descarga de Fermin Muguruza, que cerró la noche con un directo inolvidable.
Esta fue también una de las últimas paradas de su gira mundial, que ha recorrido cuatro continentes y que este sábado, 4 de octubre, culmina en el Navarra Arena de Iruñea con todas las localidades agotadas. Muguruza anunció que en diciembre publicará un disco que recogerá parte de esta travesía, con grabaciones de conciertos multitudinarios como el de febrero en Madrid ante 15.000 personas, como agradecimiento al enorme cariño recibido en esta etapa.
Como suele ocurrir con las actuaciones del músico vasco, el concierto no iba solo de música; fue un manifiesto contra la intolerancia, el racismo, la injusticia social, el apoyo incondicional a la libertad del pueblo palestino y una fuerte condena al genocidio israelí.
En un momento del concierto, el cantante quiso dedicar el tema ‘La línea de frente‘ a todo el que se vio implicado (tanto la Organización, como el Ayuntamiento de Rivas y los asistentes) en lo ocurrido en 2004, cuando la Comunidad de Madrid prohibió su concierto y, tras un acto de «desobediencia civil», se convirtió en símbolo de resistencia social y cultural; mientras el cantante recordaba aquel día, el público respondió con un fuerte «Ayuso entzun pim pam pum», reivindicando que la música también es un arma contra el fascismo. Algunas canciones después, el nombre del alcalde de Madrid también salió a relucir cuando Muguruza preguntó al público, en tono irónico, si conocían su apodo, a lo que la multitud respondió «Almeida carapolla».
El 22 de mayo de 2004, Fermin Muguruza debía actuar en el pabellón Cerro del Telégrafo de Rivas Vaciamadrid en un concierto organizado por el colectivo Ladinamo como parte de una campaña solidaria vinculada al zapatismo. Sin embargo, horas antes del evento, la Comunidad de Madrid, bajo el mandato de Esperanza Aguirre, prohibió la actuación alegando irregularidades administrativas.
La fecha no era un día cualquiera, coincidía con la boda real de Felipe y Letizia, lo que aumentó la presión sobre el evento, al ser interpretado como un acto alternativo frente a la pompa institucional.
Lejos de rendirse, los organizadores y el propio Ayuntamiento de Rivas, gobernado entonces (y ahora) por Izquierda Unida, decidieron seguir adelante. El colectivo rompió el precinto impuesto en el pabellón y permitió que el concierto se celebrara, asumiendo amenazas de multas desorbitadas. Esa noche se convirtió en un símbolo de resistencia cultural, no solo por la música, sino por la defensa del derecho a la libertad de expresión frente a los intentos de censura.
Ese concierto se enmarcó en un contexto de fuerte presión política sobre Muguruza. Aquel año fueron canceladas varias actuaciones suyas en ciudades como Huesca, Valencia o Madrid tras campañas de la asociación AVT y sectores de la derecha, según él mismo cuenta, que le acusaban de apología del terrorismo por canciones como ‘Sarri, Sarri’.
Desde entonces, ese concierto en Rivas ha quedado grabado en la memoria colectiva como un acto de insumisión cultural que superó la barrera de la música y se convirtió en símbolo de resistencia, recordado ahora, dos décadas después, en el Auditorio Miguel Ríos, en el que el propio Muguruza afirmaba que, de alguna manera «se cerraba ese círculo».
En una interesante entrevista con Jaime Sicilia en el programa radiofónico ‘Desafinado‘ de ESPACIO4FM, Muguruza recuerda con detalle esa época de su carrera; una etapa vital hecha de cicatrices, viajes y canciones que, aunque no prometan llegar a la meta, sí insisten en caminar siempre hacia adelante. Ese espíritu fue el que se respiró en cada acorde de su directo en Rivas.
La recta final del concierto fue un estallido colectivo, pues Muguruza reservó para el cierre algunas de las canciones más populares de su repertorio, como ‘Zu atrapatu arte’, ‘Mierda de ciudad’ y un apoteósico ‘Sarri, Sarri’, que transformó el recinto en un clamor indescriptible, mezcla de fiesta y reivindicación, en un auditorio que palpitaba al unísono.
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